La Vida Nueva

Dante_and_beatriceLo único casi malo de cumplir treinta años son los tontos de los balances. Que te dicen: Orson Welles con 26 años ya había rodado Ciudadano Kane. Y Alejandro Magno con tu edad ya había conquistado medio mundo. ¿Qué has hecho tú? Pues mira. Te lo voy a decir. Llegar vivo a los treinta. Y con pelo. Ya me parece bastante. Yo es que ambición no tengo. Bien por Orson. Bien por Álex. Pero yo con tumbarme al sol ya tengo bastante.

Ese párrafo lo escribí hace una semana. Ni siquiera es un buen párrafo. Ni para andamio sirve, que pena. Pero es que ahora trabajo, y la neurona lo sufre. Me hace horas extras, la pobre, buscándose energía por las costuras de los bolsillos rotos. El trabajo, mi teoría es esta, agilipolla. Pero tampoco quiero extenderme. Tengo dos trabajos. Uno ya es mucho. Con que figúrate tú. Cuando no trabajo hago cosas, pero pocas. Básicamente me dedico a buscar un ejemplar de la Vida Nueva, de Dante, pero no hay manera.

Tengo un pdf que cogí de internet, pero eso es como coger un periódico mojado de un charco. No hay quien lo lea. Y yo, que tengo los ojos que sí pero no desde que era chaval, me dejo la vista y lo dejo, minuto y medio. Así que ando entre papelerías y ferias de libros viejos, trasteando. Pero nada. ¿Qué pasa, Dante mío, que ya no te quieren? En ningún sitio me lo tienen, al chache D. con su cara de viejo y su nariz de arbotante. El párrafo con el que comienza, eso sí, me lo sé de memoria. Es un párrafo mucho mejor que ese de ahí arriba. Y no, yo tampoco sé que mierda es un arbotante. Pero Dante tenía una napia tan rimbombante que se merece un palabro bonito como segundo término de la comparación. Escribo en plan gilipollas. No me hagáis mucho caso.

La neurona, el trabajo, esas cosas.

Y va mi Dan y te suelta, para empezar su bolero: Luego de mi nacimiento, el luminoso cielo había vuelto ya nueve veces al mismo punto, en virtud de su movimiento giratorio, cuando apareció por primera vez ante mis ojos la gloriosa dama de mis pensamientos, a quien muchos llamaban Beatriz, en la ignorancia de cual era su nombre. Hay que echarle huevos. No engaña. Te dice: ahí que voy. Y habrá quien piense: pues vaya hostias. Mira que manera de dar vueltas para decir que habían pasado nueve años. Pero es que mi Dante era así. Poeta como él solo. Le gustaba enredar, con palabras bonitas. Y que os digo, coged esa frase. ¿Cháchara? Y una polla. En tres líneas te ha metido una declaración de amor, un conflicto y un misterio. Hazlo tú, rumboso. Porque las primeras veintiuna palabras son una declaración de quereres: lo que le está diciendo mi Dante a su Bea es esto: mírame, guapa mía, me he vuelto poeta por ti.

Es que Dante se enamoró de verdad. No como vosotros, que solo vais calientes. Esto era otra cosa. Prerrenacimiento puro y la hostia. Una cosa de volverte loco persiguiendo ojos avellanados. Nueve años tenía, mi tito Durante, cuando se prendó de su B. Y con nueve años nada más verla, sin wassap ni nada, fue y le soltó un latinajo a la cara que se guardó para sus pensamientos de florentino de cabeza enlaurelada: He aquí un Dios más fuerte que yo, que llega para dominarme. Cuando le digáis eso a alguien, venís y me lo contáis.

¿Y qué más? Yo qué sé. No hay manera de encontrar ese libro. Ya puedes darte paseos. A lo mejor es que somos muy listos, culturalmente hablando, y podemos permitirnos el lujo de tener librerías sin vidas nuevas de Dante. Igual. No sé. Yo doy vueltas. Si lo veis por ahí, regaladmelo. Y luego os invito a algo.

Es que tambien es verdad esto: que mi Alighieri se ha quedado un poco para vestir santos, literariamente hablando. Hay Bocaccios en las librerías, y Petrarcas. Y hay Divinas Comedias, claro, porque no hay cojones a no tener una Divina Comedia, siquiera para vestir un poquito la estantería. Pero el Dante se nos ha ido muriendo, es un poco de temporada de otoño, tanto amor y tanta tontería, nadie se lo toma en serio, pienso yo, en esta época de youtubes. Y tengo que reconocer que yo lo adoro, pero antes de leerlo siempre lo vi un poco como el vecino antipático que no habla con nadie. Es que era feo. Pero feo de verdad. Con esa nariz como una viga del ocho, esos ojillos que parecen rendijas de ventilación, esas mejillas hundidas, esos pómulos como las culatas de dos escopetas.

Y su merca a primera vista parece así un poco vieja. ¿El Infierno? ¿El Purgatorio? ¿El Paraíso? ¿Virgilio? ¿Beatriz? ¿Quién va a leer eso, Dan de mi alma? Tocante al marketing, pero que ni puta idea. Sin saber cómo lo han ido arrinconado, los boca a boca, en los anaqueles de la literatura rancia. Pero la hostia. Que no. Que mi Dante no es eso. Que es de verdad. Droga buena. Imágenes que tumban. Palabrería guapa. Yo lo tengo tatuado en el brazo, y lo mío me dolió, así que os lo digo:

Respeto.

Eso y una Vida Nueva. A ver si la encuentro.

Esta entrada fue publicada en Arte, Ídolos, Literatura y etiquetada , , . Guarda el enlace permanente.

3 respuestas a La Vida Nueva

  1. Reblogueó esto en El Síndrome de Kafkay comentado:
    Un sinfín de símbolos solemnemente hilarantes 😄

  2. Bienvenido al club de los varones en la treintena que conserva el pelo a pesar de tener varios trabajos y que todavía le queda tiempo para leer a Dante… Como tú mismo dices, eso era magia entre dos personas, no las «chupaditas rápidas» que proporcionan los perfiles hot en la red hoy día (asco)

Replica a aestheticofart Cancelar la respuesta